Me ha gustado
Bosque Mitago. No lo suficiente como para que me haya dejado una huella imborrable en el recuerdo pero es de lo mejorcito que he leído este año de fantasía, exceptuando, por supuesto, a mis relecturas de
Canción de Hielo y Fuego y de la saga de
Geralt de Rivia... pero es que éstas dos son palabras mayores.
Bosque Mitago es una novela escrita en los años 80 y, por lo que yo recuerdo de lo escrito por entonces, bastante atípica. Se aleja, al menos a primera vista, de las réplicas tolkienanas y de otras referencias de la época, como los héroes atormentadamente apocalípticos tipo
Elric de Melniboné. En cambio, me ha traído a la memoria a escritores pioneros en el género como
Poe y
Lovecraft, especialmente en la primera parte de la novela. Al igual que los personajes de
Lovecraft, que poco a poco se sumergen en el mundo terrorífico de los mitos de
Cthulhu a través de la búsqueda febril de un conocimiento tan fascinante como terrorífico, y del mismo modo que el
Arthur Gordon Pym de
Poe se aleja tanto geográficamente como mentalmente del mundo real, previsible y cuerdo,
Steven va atravesando paulatinamente y sin vuelta atrás la frontera entre lo real y cotidiano hasta que ese mundo de fantasía finalmente lo atrapa, a pesar de (o quizás por culpa de) todas las señales de peligro (las experiencias de su padre y de su hermano, sobre todo) que se va encontrando en el camino.
El viaje sin retorno de
Steven hacia lo irreal se desarrolla en la primera parte de la novela y
Holdstock no lo hace nada mal, aunque personalmente noté algún bajón en el ritmo y la puntual sensación de
deja vu en algún momento, como si me estuviera contando una y otra vez lo mismo. Supongo que
Holdstock quería transmitir de esa forma las dudas y los miedos de
Steven a seguir profundizando en el mundo que había explorado su familia, pero tal vez lo hubiera podido resolver más ágilmente. En fin, igual era cosa mía, que casi siempre leo a salto de mata y perdí el hilo. Sea como fuere, a partir del rapto de
Gwinneweth (¿era así?) la narración da un gran salto en ritmo y capacidad de enganche. La segunda parte del libro la devoré, literalmente, aunque la trama se había simplificado hasta llegar al tópico de la fantasía épica: chico normal se convierte en héroe muy a su pesar y emprende la búsqueda y el rescate de su amada atravesando mil peligros y matando al malote-pero-no-tanto al final, incluyendo al comparsa fiel que necesita todo héroe que se precie (al menos,
Keeton tiene sus propias motivaciones y no es otra reencarnación simplona y algo payasa de
Sancho Panza o de
Samsagaz Gamyi). Y encima, al igual que
Frodo,
Steven al final se gana un hueco en la tierra de los sueños eternos, el
Nirvana,
Avalon o como prefieran ustedes llamarlo. Estooooo... ¿no había dicho que
Bosque Mitago no parecía tolkienano? En fins...
La trama, una vez repartidos los roles de toda la vida, la desarrolla
Holdstock con presteza.
Bosque Mitago se nos presenta como el gran crisol de todos los mitos británicos desde que el hombre fue hombre, el lugar donde los seres de leyenda se hacen de carne y hueso. Hasta huelen mal y hacen pupa cuando te apalean. O enamoran hasta las cachas, que también.
Bosque Mitago es como el
Bosque Viejo, como
Fangorn, como todos los bosques primigenios repletos de magia y mala leche reconcentrada. Sus pobladores, los
mitagos, están un poco agilipollados: piensan y tienen sentimientos, pero carecen de la capacidad de reflexión sobre qué son exactamente, de dónde vienen y de cómo cojones funciona su mundo... vamos, las viejas preguntas de la Humanidad. Pero como no son humanos, sino sólo un reflejo palpable de la parte más irracional de nuestras mentes, pues como lector convencido y predispuesto cualquier licencia literaria no sólo estaba dispuesto a aceptarla sino que la esperaba con ganas. Bueno, cualquiera no: el final me desencantó un poco (bastante). Me pareció forzada su resolución. Vale que quedaba un poco
hardcore que el héroe matara al malo malote-pero-no-tanto, pues resulta que era su hermano, y cumpliera la profecía (siempre hay una profecía en toda trama fantástica... vamos, de toda la vida). Al final lo del amuleto... perdón, el repentinamente PESADO amuleto, capaz de derribar en caída libre a un guerrero fuerte y temible... ese amuleto, en definitiva, fue declarado culpable de que a
Chris lo engulleran las llamas. Supongo que el bueno de
Holdstock intentaría en lo posible que no se pareciera demasiado a cierto final en cierto
Monte del Destino... aunque luego le salió lo que le salió. Pero bueno, el final, siendo lo que menos me ha gustado con diferencia,
Holdstock tuvo la deferencia de apañarlo un poco con un epílogo que me hizo recobrar el disfrute de la mayor parte de la novela.
Recomendable.
Saludos,
B.
PD:
Rhaenys, he colgado esto sin leer lo tuyo. Luego lo hago.
Editado por Bonhart, 10 November 2008 - 04:25 PM.